25 de abril de 2013

163 | El Libro del Viajero (II)

Desde este otro post que escribí en Malasia que no volvía a escribir acerca de los ‘Backpacking books’ o libros del viajero, aquellos que voy leyendo durante el camino, cuando se puede en formato físico y cuando no es posible, en PDF.

Estos tres son los que tengo ahora mismo conmigo:


Los Vagabundos del Dharma - Jack Kerouac


Los Vagabundos del Dharma
Me lo recomendó un gran amigo hace poco, comentándome a su vez que había pasajes que le recordaban a mí. Como había leído a principios del viaje 'On the road', del mismo autor y me había gustado, estaba seguro de que éste también sería entretenido.

Y no iba desencaminado... he leído la mitad del libro estos últimos días y me está encantando, además de sorprendiendo. Me sorprende cómo puedo llegar a identificarme tanto con los pensamientos y acciones de Ray Smith, el protagonista de una novela escrita hace 50 años. Ray viaja con su mochila a cuestas por Estados Unidos, haciéndonos partícipes de su viaje interior y exterior, con miles de anécdotas además de reflexiones profundas. Después de esto, yo ya soy un nuevo fan de Kerouac.

Si te interesa, está disponible en Amazon por 7,60€.



El Silencio Habla - Eckart Tolle


El Silencio Habla

Otro de los grandes libros del famoso autor de "El poder del Ahora". Es de esos que me cuesta leer más de una página cada vez que lo abro, pues sus frases resuenan en mi interior y me obligan a pararme y reflexionar. Imprescindible para conocerse mejor a uno mismo, a los demás y al mundo que nos rodea. También disponible en Amazon por el mismo precio que el anterior.

"The ego needs to be in conflict with something or someone. That explains why you are looking for peace and joy and love but cannot tolerate them for very long. You say you want happiness but are addicted to your unhappiness."





Junkie - William S. Burroughs


Yonqui

Un libro que me salvó la vida cuando estuve atrapado sin poder salir del aeropuerto de Bombay, en la India y creía que iba a morir de aburrimiento. Por suerte lo acababa de comprar en Chiang Mai y lo llevaba en la mochila de mano, así que me pasé el día entero devorándolo y disfrutando como hacía mucho que no disfrutaba con un libro.

Autobiográfico al igual que el libro de Kerouac, en Junkie Burroughs nos explica con pelos y señales cómo fue la época de su vida en la que estuvo enganchado a la heroína y a todo tipo de sustancias. Espectacular.

Lo puedes comprar desde aquí por 8,46€.



Por cierto, ahora que he descubierto recientemente cómo son los libros electrónicos, no tengo ninguna duda que el próximo viaje lo haré desde el principio con el Kindle Paperwhite a cuestas, ahorrando espacio en la mochila.

Si te interesa saber lo que voy leyendo, he añadido la etiqueta “Libros” al menú del blog, tal y como si fuera otro país más, ya que los viajes que te proporcionan no tienen igual ;-)

Además de ello... muchas personas me han comentado que estaría muy bien si yo mismo escribiese un libro acerca de este viaje y acerca de otros aspectos de la vida. Por supuesto lo tengo pensado para cuando vuelva a España, pero mientras tanto ya he empezado a escribir uno más corto, que será más que nada una guía sobre "Cómo vivir bien con 300 al mes" tocando muchos de los aspectos que he aprendido viajando. Iré actualizando sobre el mismo cuando lo tenga más o menos listo.

21 de abril de 2013

162 | Sincronías

Sincronías: Cuando dos o más eventos que aparentemente no están relacionados o  es poco probable que ocurran por casualidad juntos, son experimentados a la vez de manera relevante.

Estaba decidido  a empezar su propio negocio por Internet  Se había dado cuenta claramente y ahora ya no había vuelta de hoja. Se sentía contento por haber encontrado algo que le apasionaba, aunque no sabía exactamente qué es lo que haría para llegar a ello.

Al día siguiente, mientras estaba intercambiando unos e-mails con su amigo Ángel se les ocurrió una idea. ¿Por qué no le dejaba ocuparse de la web de los ebook y así mantenerla actualizada? De esta manera los dos ganaban: uno podía aprender acerca de lo que le interesaba, empresas online, y el otro podía disfrutar tranquilo de su viaje por el sudeste asiático, sin tener que preocuparse por el día a día de sus negocios. Acordaron las condiciones enseguida. ¡Ahora ya tenía trabajo para ir aprendiendo!

El lunes I.D. Garuda, el maestro tailandés, le respondía un e-mail diciéndole que estaría bien si pudiese traducir y vender algunos sus libros por Internet  de esta manera sus enseñanzas podrían llegar a mucha más gente.

Una idea interesante, podría estar bien…

El martes por la mañana recibía en la bandeja de entrada de Gmail un correo con el asunto ‘Contratación de servicios’. Era el socio de una pequeña empresa madrileña llamada Publipapel, que se ponía en contacto con él porque alguien se lo había recomendado y le preguntaba si podían contratarle para unos pequeños temas de marketing y redes sociales, a realizar las próximas semanas.

Por supuesto…

El miércoles otra empresa madrileña dedicada al marketing online con la que había trabajado anteriormente le contactaba, también vía e-mail para ofrecerle un trabajo a tiempo parcial por Internet.

Y el sábado un antiguo compañero de trabajo le comentaba chateando por Facebook que seguramente le necesitaría para el mes que viene. Su empresa, Runlevel, también se dedicaba al marketing online y tenía buenos proyectos para el futuro.


En tan solo una semana, cinco ofertas, todas relacionadas con negocios online. Y eso sin contar otras personas que le habían ofrecido su ayuda desinteresada.

¿Cómo podía ser?

Comprendía que algunas de esas acciones las había llevado a cabo él mismo, aunque también muchas otras habían salido de la nada, como por arte de magia. Sabía que hay personas que lo llamarían casualidad o suerte y no le darían más vueltas. Otras, sin embargo, se darían cuenta de que estas aparentes "casualidades" tienen un significado mucho más profundo en nuestras vidas. Y otras personas... otras personas saben incluso cómo crearlas.

Sincronías: Para mí, una manera de que la vida te diga “por ahí es el camino”.

Muscat streets
(my house street)

Raining in Muscat
(this is what usually happens after it rains in Oman)

Muscat beach
(quiet and nice beach)

17 de abril de 2013

161 | Quad Bikes

Estaba expectante. No nervioso, porque en casa tengo una moto de 500cc y ya estoy acostumbrado a máquinas de este tipo, pero sí expectante. Seguro que conducir un Quad por primera vez en dunas de la altura de un edificio de varios pisos no iba a ser lo mismo que rodar con la Suzuki por las carreteras de mi país.

-“Wich one you prefer? Banshee three fifty or Raptor four fifty cc?” Me preguntó.

-“Well, if it’s the first time i think better 350cc, no?” Dije mirando con desconfianza a aquellos monstruos a los que mi amigo Khalid acababa de llamar Raptor. 

-“Oka, let’s go.”

Me dijo que las marchas funcionaban igual que en la moto: abajo 1ª y las demás para arriba. Lo mejor era ir en 2ª, dar gas a tope y empezar a subir la duna y, a mitad de la misma, si veías que faltaba potencia, poner 3ª. La teoría parecía sencilla. 

Hacía calor, mucho calor. 

Arranqué el motor dándole una “patada”. Sonaba de maravilla, el sonido típico de un motor de dos tiempos de esa cilindrada y con dos escapes, qué pasada… pero… mierda, -pensé- “¿cómo se acelera con esto?” 

-“Khalid! Where’s the throttle?” Dije gritando a través del casco, a riesgo de parecer un inepto.

Me explicó que se aceleraba a través de una palanquita, con el dedo gordo de la mano derecha. Nunca me lo había imaginado, pero tenía todo el sentido, pues con los botes que das en un Quad tener el acelerador en el puño puede resultar en una aceleración “sin querer” y luego a saber dónde acabas y en qué estado.

Teníamos una hora por delante.

Pasé los primeros minutos en un lugar llano para ver qué tal respondía y aprender a dar las curvas con ese trasto. Al ser tierra y arena, se notaba que el Quad estaba en su salsa. Lo más complicado era cogerle el truco a este acelerador tan raro. Y mejor no comentar sobre mi calzado, unas simples chanclas que servían para todo menos para cambiar de marchas. Vago de mí, que perdí las bambas en Tailandia y no me había preocupado de comprar otras. 

Khalid sin embargo tenía mucha experiencia conduciendo estos trastos, ayudado por el hecho de que su casa está justo al lado de este lugar, y ya estaba pasándoselo de lujo subiendo y bajando las pendientes de unas dunas que a mí me acojonaban por su altura. 

Cuando ya estaba más o menos cómodo conduciendo, me dije a mí mismo que tenía que subir ahí arriba sí o sí. Tenía que ser increíble estar en esa posición preferente desde la cual divisar todo el lugar. Lo intenté la primera vez, acelerando en 2ª y encarando la pronunciada subida, pero aquello no era ninguna broma… el Quad fue perdiendo velocidad progresivamente -“no, no, ¡no!”- hasta quedarme parado justo enmedio. Ahora tocaba bajar hacia atrás apretando con fuerza los frenos y a paso de tortuga si no quería volcar la máquina. O le daba más gas al principio y me agarraba como podía al manillar intentando controlarlo o no habría manera.  

Ahora comprendía mejor a los participantes del Dakar. El Dakar, la mítica carrera africana -celebrada en sus últimas ediciones en Sudamérica- que me había robado el sueño desde que tengo uso de razón, pero más si cabe cuando mi tío Natxo nos llevó a mis hermanos y a mí a ver la salida de la 27ª edición en la Plaza Catalunya de Barcelona. Todo el mundo quedaba boquiabierto con el desfile de coches, motos y sobretodo los impresionantes camiones de seis ruedas que, con sus más de 800 cv de potencia podían subir y bajar las dunas más grandes del desierto sin despeinarse. Pocas personas sin embargo se fijaban en los Quads, en esa edición solo había seis de ellos. Y es que hasta que no subes en uno es difícil comprender esas sensaciones que transmiten.

Después de quedar varias veces completamente atascado, en las que tuve que bajar del Quad y empujarlo con todas mis fuerzas o incluso excavar en la arena ardiente con mis propias manos, con la inestimable ayuda de Khalid de repente me encontré conduciendo en lo más alto de aquellas montañas gigantes de arena. Poco tenían que ver con las dunas por las que había pasado en Marruecos montado encima de un dromedario. Estas por lo menos eran cinco veces más grandes.

Ahora no sólo el Quad estaba en su salsa, sino yo también, pasándomelo pipa y probando mis límites y los del Yamaha Banshee, yendo relativamente rápido. Es entonces, en un momento en el que solo veía el cielo azul, la arena rojiza y el Quad rojo de Khalid subiendo la duna contigua, cuando me di cuenta:

-“Joder… ¡estoy aquí!”

Estaba allí. Como quien despierta de sopetón de un sueño y se da cuenta de que está en su cama tan tranquilo en vez de sobrevolando el Everest con el simple impulso de sus brazos. Y es que estos últimos días había estado tan absorto en la rutina, en las cosas urgentes que hacer, en la búsqueda de trabajo, en lo que llamamos el “día a día”… que había perdido la visión general del asunto. 

Ya me ha pasado varias veces durante este viaje, sobre todo cuando estoy largos periodos de tiempo en algún lugar. Encontrar normal el estar bañándome en las aguas cristalinas de una isla Malaya, el estar haciendo meditación en un templo budista Tailandés o, como en el caso que nos ocupa, estar conduciendo un Quad por las dunas de Omán. No es una sensación que pueda calificar como “buena”, ya que se pierde esa frescura de pensamiento, ese hormigueo de saber que estás en un lugar especial y en un momento especial.

Lo mejor es darse cuenta a tiempo y remediarlo, pasando a disfrutar entonces plenamente del presente. Y así lo hice entonces, disfrutando como un niño con las subidas y bajadas. 

Eso sí, mi dedo gordo de la mano derecha acabó con unas agujetas que me duraron tres días.


Driving Quads in Oman


Quads in Muscat

11 de abril de 2013

160 | Comprendiendo

Pasé dos semanas, quince días, acercándome a las oficinas de decenas de empresas de Muscat para entregar personalmente mi currículum vitae. Habíamos incluso comprado camisa, pantalones y zapatos nuevos para la ocasión. Era gracioso, pues con ellos tenía pinta de todo menos de mochilero.

No menos fueron los currículums enviados a través de e-mail o rellenando solicitudes en línea. Horas y horas escribiendo, explicando por qué tenía tantas ganas de trabajar vendiendo coches de la marca Jaguar, haciendo de guía turístico o ayudando a elegir las mejores inversiones a sus clientes.

No me importaba un comino -o una mierda por ser claros- el tipo de trabajo, lo que me importaba era hacerlo bien. Sabía que tocase lo que me tocase, ese era mi camino, desde el cual podía seguir creciendo profesionalmente y personalmente.  

Al cabo de esos quince días de búsqueda no había recibido ni una sola llamada en el móvil y solamente tenía un par de mails en la bandeja de entrada diciéndome que muchas gracias, pero que no cumplía con los requisitos. Que lo intentase más adelante... Claro que sí.

Nunca en toda mi vida había tardado más de tres días en conseguir un trabajo.

No sabía qué hacer. ¿El no ser nacional y no saber árabe además de inglés me cerraban todas las puertas? ¿Todo esto era por la maldita omanisation? ¿Debía intentar buscar trabajo repartiendo pizzas en vez de apuntar un poco más alto? Sin menospreciar a los repartidores de pizzas, pero ya estuve vendiendo ropa en una tienda de la marca Zara hace unos años y creo que he pasado esa fase.

Los últimos días ya no entendía nada de lo que quería de mí la vida... No veía el camino. Puede parecer que quince días buscando trabajo no es nada. Lo sé, la impaciencia me corroe. En España hay personas que llevan años en esta situación, sin embargo, quizá por estar en otro país y haciendo este viaje, a mí me parecían meses.

Llegó un punto límite, en el que estaba llegando a mi vacío, pues no tenía nada que hacer ni un camino que seguir. Sé que el simple hecho de estar vivo me tendría que hacer saltar de alegría, que la felicidad poco tiene que ver con el exterior y las circunstancias, sin embargo no me sentía nada pero que nada bien en ciertos momentos.

Es entonces cuando empecé a darme cuenta un día, mientras hacía la media hora de meditación por la mañana… no había encontrado ningún trabajo… porque NO tenía que encontrar ninguno.

Tenía que creármelo yo mismo.

¿Cómo había sido tan tonto de no darme cuenta?

Había llegado el momento de ser emprendedor. De cumplir el segundo gran sueño de mi vida –el primero era este viaje-. No de volverlo a intentar… sino de hacerlo realidad de una vez por todas. Emprendedor por internet, por supuesto. Mi amigo Ángel, al que conocí personalmente en Bangkok, lo había hecho este año.    

Ángel había creado un negocio online sobre ebooks para poder dejar su trabajo en Microsoft e irse a dar vueltas por el mundo y además lo explica con pelos y señales en su blog personal.

Yo ya lo había intentado en el pasado un par de veces, bastante a la ligera. Monté una web para ayudar a personas que querían sacarse el carnet de moto y luego un negocio de consultoría de marketing online. Cero euros de beneficio la primera vez, trescientos la segunda. Utilizando un tópico: a la tercera va la vencida.

La diferencia respecto a los intentos anteriores es que ahora tengo la confianza y los recursos necesarios. El más importante de ellos el tiempo para dedicarle. Un año a pleno rendimiento, dos si hacen falta. Y por supuesto la motivación. No la motivación superficial y pasajera, la motivación del "vamos a ver si sale"... sino la motivación nacida del corazón, la motivación del compromiso.

Ya no quiero montar el siguiente Facebook o Amazon, como pensaba antes, sino un simple negocio que me permita ganar dinero a la vez que administro mi tiempo como me da la gana, sin depender de nadie.

Un negocio que me permita crecer personalmente y ayudar a otras personas a hacer lo mismo.

Habrá quien piense que es casi imposible montar algo así y menos con la empresa registrada en España, que estoy soñando, que pocos lo consiguen y que es muy arriesgado, etcétera, etcétera. Seguramente son las mismas personas que repetían esas palabras respecto a este viaje. Lo arriesgado es saber cuáles son mis sueños y quedarme de brazos cruzados, pues me arriesgo a morir un día sin haber vivido.

Empieza una nueva etapa…. y a quien le importe un pito todo esto, que sepa que por supuesto seguiré escribiendo y compartiendo fotos sobre mis viajes ;-) 

Ahora son dos sueños a la vez.

Quriyat in Oman
(Quriyat - Sur)

Swimming in Quriyat
(finally swimming in Oman, haha)

Sunset in Oman
(sunsets from my house)

7 de abril de 2013

159 | Let it Be

En la vida, cuando nos enfrentamos a una situación interior complicada, difícil de manejar, incomprensible o que no nos gusta, la reacción inmediata de nuestra mente es ocultarlo. Ocultárnoslo a nosotros mismos, distrayéndonos de todas las formas posibles. Piénsalo… hay miles de cosas que hacer antes de estar a solas y en silencio contigo mismo. Cualquiera que sea la reacción que tengamos, definitivamente no es positiva, incluso si no llega a ser negativa.

Lo último que queremos hacer es enfrentarnos a solas con nuestro yo.

Algo que te puede hacer diferente y que puede cambiar radicalmente tu vida es, cuando te enfrentas a algo así, intentar aprender de ello. Sentirlo. Tratar de ser paciente. Es entonces, tarde o temprano, cuando te das cuenta de que este incidente que ocurre tiene un significado muy profundo e inexplicable debajo de esa máscara de sufrimiento.

Al final, sólo cosas buenas pueden salir de esa actitud.

En este proceso, cuando la mente está tratando de comprender la situación, puedes encontrar muchísimos de tus sentimientos involucrados. Uno de ellos, muy potente, es el miedo, después viene la confusión, luego más tarde llega la prueba de la fe… y finalmente el aprendizaje.

Cuando digo: "Tengo que ser paciente", ¿Qué significa?

Cuando digo: "No hay nada que hacer, sólo esperar", ¿Qué significa?

La vida nos entrega lo que necesitamos en cada momento... esa es la esencia de vivir que he comprendido. El universo y sus fuerzas de no dejan de lado a un sólo ser humano, tal es la belleza de la sincronicidad. Así que, al final, como cada acción tiene una reacción, todos, absolutamente todos los acontecimientos acontecidos en nuestra vida tienen un fuerte sentido existencial.

Lo que hacemos como seres humanos es resistirnos. No queremos ese dolor, ese sufrimiento. Y eso es lo que hace las cosas difíciles. Pero en el momento que aceptamos -o por lo menos tratamos de aceptar- entonces ponemos nuestra vida en las manos de una fe, que no podemos ver o tocar. Nos rendimos; una gran parte de la paciencia es la no resistencia a lo que actualmente es… y sólo eso hace que todo sea mucho más simple. Mucho más agradable para nuestras almas. 

Mucho más aceptable para vivir y sobrevivir, después de haber aprendido, siendo mejores y más fuertes.

Y un tipo listo me dijo una vez que, en la vida, solamente después de las penurias y sufrimientos, es cuando todo se vuelve sencillo.

Deja que todo ocurra… y mira dónde la vida te lleva.


puesta sol muscat

2 de abril de 2013

158 | Valió la pena (II)

...

Durante estos cuatro años de universidad -que técnicamente fueron cinco- conocí a personas espectaculares que me influenciaron y que hicieron que mi vida sea como es hoy. Küppers, Aguado… algún otro profesor/a que me lee…  y por supuesto muchísimos compañeros.

Esos años de universidad me dieron tiempo para disfrutar de la vida, de la familia y de mis amigos. Tiempo para mejorar personalmente, para aprender, experimentar y descubrir por mi cuenta, para ir en moto, leer mucho, salir de fiesta o lo que fuese. Recuerdos imborrables de experiencias geniales.  

Esos años de universidad permitieron las sincronías necesarias para encontrarme de repente en el mejor trabajo posible, desde casa por internet, ganando mucho dinero y en una compañía dedicada al trading, una de esas pasiones iniciales. Allí descubrí que el trading no es lo que muchos sueñan y decidí que descartaba ese camino, a la vez que un mundo nuevo se abría ante mí… 

Descubrí entonces los estados de conciencia, mis verdaderas pasiones y mi propósito en la vida. Volví a conocer personas geniales: Morales, Cortázar, Haro... que volvieron a influirme de manera muy profunda. Y pude ahorrar el dinero, a la vez que terminaba la carrera, para realizar este viaje sin destino, que es lo que siempre había querido.

Hice realidad mis sueños dejando que la vida me llevase de la mano, sin tratar de controlar nada, sin poner más esfuerzo que el de ser el mejor yo posible. Siempre con la espina clavada de estar dedicando mis mejores horas y años a estudiar algo que me parecía absurdo... pero a su vez fluyendo y asombrándome de cómo todo se resolvía solo.

(video courtesy of Josh Lakelly)

Creo que cuando estás abierto a la vida, cuando aceptas lo que te viene, todos los caminos llevan hacia el mismo lugar. Más rápido o más despacio… si no es uno, será otro. La vida no para de ponerte oportunidades delante de las narices, intentando ayudarte.

Si estás haciendo algo que no te gusta y a lo que no ves ninguna salida, si tu mismo o las circunstancias te están impidiendo cambiar de rumbo, si te sientes perdido… alégrate, pues es una oportunidad genial para acceder a tu interior, a tus sentimientos. No trates de esquivarlos con distracciones, siéntelos con toda su fuerza.

Sé paciente. Estás donde tienes que estar ahora. Vive estando presente, no con tu cabeza en el futuro. Todo llegará dependiendo de tu actitud ante la vida. Todo está solamente en tu cabeza, como me dijo un maestro en Tailandia.

Ahora que llevo casi seis meses de viaje, se me presenta otra vez la cuestión profesional delante de las narices. Y, igual que antes, no tengo ni la menor idea de qué hacer. A veces se me aparecen mis miedos y dudas más profundos. Que pasará con el visado de Omán cuando se acaben los dos meses, que pasará si no encuentro trabajo aquí, que pasará si se me acaba el dinero y tengo que volver, qué pasará si nunca encuentro mi propósito profesional, qué pasará, que pasará...

Todo futuro, todo únicamente en la cabeza. Lo veo clarísimo cuando medito por las mañanas y confío en que todo se resolverá… igual que siempre ha sido.

Para mí este viaje es como un experimento. Un experimento de vida.

Y creo sinceramente que los altibajos de la vida consciente se pueden resumir, al final, en esta frase: ‘Valió la pena’.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...