Aquellos
diez días de meditación habían sido una experiencia alucinante, justo lo que
necesitaba en este momento de su vida. Nuevas perspectivas se abrían delante de sus mismas narices. Estaba atando muchos cabos.
Sin
embargo, ahora no tiene ni idea de qué hacer a continuación. Se siente perdido.
El
problema es que le da completamente igual visitar lugares famosos o bonitos… no
ha venido a eso. Nunca ha tenido las ganas ni la necesidad de abrir una guía
turística. Eso es para turistas, como su nombre indica, no para viajeros. Lo único que busca son experiencias que le hagan aprender y sentirse
vivo y sabe que éstas no están escritas en los libros. Siempre aparecen solas.
Lleva
ya tres días buscando algo, un trabajo, un lugar a dónde ir a ayudar, lo que sea. Nada,
parece que no hay nada. Como si todas las puertas a las que estuviese llamando
estuvieran cerradas. Nadie responde.
A
todo ello se junta que son los primeros días del viaje en que, por una razón u
otra, no ha conocido a nadie interesante con quien compartir unas horas de
charla o diversión y eso empieza a pasar factura.
Camina
sin rumbo en la noche, sorteando multitud de turistas borrachos, los últimos
que quedan ya a estas horas. Está solo en la otra parte del mundo. Su mirada
perdida, producto del cansancio, no se detiene a observar nada, ya
que en ese momento nada le interesa. Mantiene su rumbo hacia ninguna parte, con un andar pesado
y lento, que expresa su estado de ánimo. Tratando de no pensar. Tratando de no
sentir. Tratando de evitar que la vida le encuentre y le golpee.
Pero
no hay manera. No lo consigue. Siente la vida en toda su magnitud: amor, miedo,
ilusión, soledad, ignorancia, dudas, apatía… Una apatía que no había
experimentado nunca antes. Todo ello, todo a la vez, se cierne sobre él
mientras la luna llena ilumina su camino. Esta noche parece que nada tiene ningún sentido. ¿Por
qué lo sigue buscando?
En
ese momento algo se activa en su interior y, sin motivo alguno, empieza a recordar el mismo día que
salió del templo. Mientras estaba disfrutando un sabroso Pad-Thai como cena, un
desconocido se sentó en su misma mesa, ya que no quedaba ninguna libre.
Michel es francés y lleva más de un año viajando. No
tardaron en congeniar y compartir pensamientos acerca de lo que significa
viajar, sobre la educación recibida, dedicada a servir los intereses de otras
personas y sobre el trabajo de locos en nuestra sociedad de origen. Interesting
stuff. Antes de despedirse,
le escribió en el móvil una palabra. Le dijo que era un lugar interesante al
que ir y que además no queda muy lejos de Chiang Mai.
Ahora,
después de este flash al recordar aquella conversación, saca el móvil y rebusca
entre los archivos. Ahí está la palabra, escrita sobre un fondo amarillo:
TACOMEPAI. Una rápida búsqueda en Google le devuelve una web interesante sobre
una granja orgánica a la que puede ir a trabajar, en la que hay colgadas unas
fotos espectaculares.
Se
pregunta por qué ha sido tan idiota de no seguir la primera señal, la más
clara, como siempre ha hecho. Porqué ha tenido que perder tres días buscando
algo que ya tenía en su mismo bolsillo y que la vida le había dado inmediatamente.
Con
sorpresa, se da cuenta también de que en tres meses de viaje en ‘solitario’ no
ha estado solo más de 24 horas. Alucinante. Así que ahora está aprendiendo por
fin… a estar y sentirse solo. Es un aprendizaje entre muchos otros.
Sabe
que nada ocurre porque sí. Todo se aclara en cuestión de minutos. Comprende el
porqué, justo cuando los primeros rayos de sol atraviesan las calles.
Al
día siguiente recoge rápidamente sus cosas, tira unas postales al buzón, devuelve
la moto alquilada, se despide de Stéfan, el propietario de la bonita guesthouse
y sube a una furgoneta en dirección Pai. Pai es un pueblecito tailandés del
norte situado muy cerca de la frontera con Myanmar, la antigua Birmania. El
viaje de cuatro horas se ameniza porque son varios viajeros de la misma edad
los que se dirigen allí.
6
kilómetros antes de llegar, el vehículo se detiene en el arcén. “¡Tacomepai!”
grita el conductor inmediatamente.
Soy
el único que baja. Enseguida las luces rojas desaparecen cuando la furgoneta
toma una curva. Ya ha oscurecido. La carretera está mal iluminada por dos
farolas intermitentes que recuerdan a una de esas películas de terror americanas. No hay nadie.
Recojo
mi mochila y camino hacia la dirección que me acaban de indicar. Recto, a la
izquierda y recto otra vez. Ahora tengo que iluminar el suelo con la precaria
luz proveniente del móvil si quiero ver algo. Paso una barrera de bambú, que
precede a un sendero de tierra.
El
camino lleva directo hacia la luz de una hoguera, alrededor de la cual se
distinguen las siluetas de varias personas. Sin tiempo para reaccionar, me doy
cuenta de que una voz se está dirigiendo hacia mí:
-Hi!
You’re comming to live with us?
….
Que bonito Pablo. Existen muchas formas de conocerse a uno mismo. Tu has escogido esta, es perfecto, está bien ; )
ResponderEliminarUn abrazote!
Hola David,
EliminarMe alegro que te haya gustado, una pena que no haya podido subir fotos por la lentitud de esta conexión. Si, la verdad es que viajar de esta manera te ayuda mucho a avanzar con rapidez, recomendado!
Otro abrazo para ti y recuerdos a la familia ;-)
Muy bueno :)
ResponderEliminarAdónde va el tiempo que se pierde? ...
¡Muchas gracias Javi!
EliminarBuena pregunta... supongo que no es tiempo perdido porque ningún tiempo se puede perder ;-)
Un gran abrazo.
Pablo, qué maravilla. Menuda autosuperación! Cada vez escribes mejor. La tercera y la primera persona combinadas son muy elocuentes! Y sí... creo que no las utilizas sólo como efecto literario.
ResponderEliminarNo sé por donde andarás ahora pero me ha gustado mucho esta entrada. Eres vulnerable... como tod@s... :) Pero eres muy valiente compartiéndolo.
Un abrazo!
YBM
Muchas gracias Yolanda,
EliminarLo de cambiar las personas (de 3a a 1a) era para experimentar, jeje. Por los comentarios veo que no ha quedado mal :-) Ahora sigo en Tacomepai hasta el día 13, en la próxima entrada explicaré como es y que se hace en este lugar...
Un abrazo!
Alucinante el post de hoy...Sin palabras..por lo profundo...Me ha encantado.
ResponderEliminarTras unos días tan intensos de meditación, supongo que las emociones, deben estar a flor de piel y el choque con la realidad,ciudad, gente, ruidos, debe ser muy fuerte. Me alegro de que hayas decidido cuidarte y buscar ese lugar.
Cuando afirmas: -está aprendiendo por fin… a estar y sentirse solo-, me doy cuenta, de que esa es la respuesta, esa es la razón por la que no seguiste la "señal", la primera vez. Necesitabas "darte cuenta" de esa afirmación, para seguir en tu camino de aprendizaje.
Bueno, yo se que me entiendes...
Un abrazo Grande.
Cáliz.
PD. Aún así, recuerda...NO ESTÁS SOLO
Hola Cáliz,
EliminarLo has visto igual que lo vi yo! Necesitaba esos días... así que no fueron ninguna pérdida de tiempo. La verdad es que realizar este 'curso' de meditación me cambió mucho y justo después tenía que ajustarme a esta nueva perspectiva, tal y como dices.
Sé que no estoy solo! :-) Muchas gracias por todo... por cierto, estoy sano eh, jeje.
Un abrazo!!
Pensaba que a estar y sentirse solo uno aprende conforme se hace mayor... pero no.
ResponderEliminarEstoy contigo Jara... y no debe estarlo porque sigue vivo después de meterse a oscuras por un camino como ese. Pablo, te cuidas... más, por favor.
Jajajaja, me cuido me cuido!
EliminarMuchísimas gracias Pilar :-) Voy a cenar que me llaman!
Un grandísimo abrazo
Gran post, Pablo. Yo hace un tiempo que llegué a la misma conclusión que tú, que hay que estar atento para darse cuenta de las señales que nos manda la vida y seguirlas. Hasta ahora me ha ido muy bien así.
ResponderEliminarEl que yo haya llegado a este blog a través de Javier y que tu justo vayas a estar en Bangkok a partir del 16 no es más que otra señal, y estoy plenamente convencido de que saldrán cosas muy buenas de nuestro encuentro.
Un abrazo!!
Hola Angel!
EliminarDisculpa que haya tardado en contestar. Por supuesto eso es otra "sincronía", jejeje, tengo ganas de charlar contigo cara a cara cuando estés por aquí :-)
Un gran abrazo!
Yolosehacer.com
ResponderEliminarLa iluminación exterior es esencial no solo por razones prácticas, sino también por su impacto en la seguridad, estética y funcionalidad de espacios al aire libre. Proporciona visibilidad necesaria para evitar accidentes, promueve la seguridad personal y disuade actividades indeseadas durante la noche.