Quería escribir una historia que leí en el libro "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva", trata sobre los paradigmas, los supuestos que tenemos en la cabeza, en este caso sobre otras personas:
No podemos meternos en la piel de otras personas ni saber que les pasa si no nos lo cuentan, pero lo que sí podemos hacer es tener un poco más de cuidado, ser más comprensivos y no sentirnos siempre el ombligo del mundo.
Recuerdo un cambio de paradigma que experimenté un domingo por la mañana en el metro de Nueva York. la gente estaba tranquilamente sentada, leyendo el periódico, perdida en sus pensamientos o descansando con los ojos cerrados. La escena era tranquila y pacífica.
Entonces, de pronto, entraron en el vagón un hombre y sus hijos. Los niños eran tan alborotadores que de inmediato se modificó todo el clima.
El hombre se sentó junto a mí y cerró los ojos, en apariencia ignorando y abstrayéndose de la situación. Los niños vociferaban de aquí para allá, arrojando objeto, incluso arrebatando los periódicos a la gente. Era muy molesto. Pero el hombre sentado junto a mí no hacía nada.
Resultaba difícil no sentirse irritado. yo no podía creer que fuera tan insensible como para permitir que los chicos corrieran salvajemente, sin impedirlo ni asumir ninguna responsabilidad. Se veía que las personas que estaba allí se sentían igualmente irritadas. De modo que, finalmente, con lo que me pareció una paciencia inusual, me volví hacia él y le dije: "Señor, sus hijos están molestando a muchas personas. ¿No puede controlarlos un poco más?"
El hombre alzó los ojos como si sólo entonces hubiera tomado conciencia de la situación y dijo con suavidad: "Oh, tiene razón. Supongo que yo tendría que hacer algo. Volvemos del hospital donde su madre ha muerto hace más o menos una hora. No sé que pensar, y supongo que ellos tampoco saben como reaccionar"
¿Puede el lector imaginar lo que sentí en ese momento? mi paradigma cambió. De pronto ví las cosas de otro modo, y como las veía de otro modo, pensé de otra manera, sentí de otra manera, me comporté de otra manera. Todo cambió en un instante.
Piénsalo bien... ¿cuántas veces te ha podido pasar algo parecido en la vida? ¿Y si la persona a la que has pitado hoy con el coche iba distraída porque ayer le despidieron y no sabe que hacer? ¿Y si al compañero de trabajo con el que te has enfadado le ha dejado su mujer y por eso estaba así de susceptible?
Hay que leer cosas como éstas más amenudo para darnos cuenta de que estamos llenos de prejuicios y de creencias que nos hacen tener ideas preconcebidas sobre muchas cosas. Todo ello provoca que seamos muy cortos de miras y que tengamos muy poca comprensión hacia los demás. Me acordaré siempre de esta historia cuando un niño, un coche, un amigo, o lo que sea me ponga nerviosa... Gracias Pablo por estas entradas que nos hacen pensar.
ResponderEliminarPablo: me encanta la lección que se desprende de tu narración. Demuestras una gran sensibilidad al comentarla. Eres un emprendedor con un gran corazón.
ResponderEliminarGracias Ana y Juan! No se merecen tantos halagos jeje solo me he limitado a copiar una historia que me ha gustado para compartirla.
ResponderEliminarGracias otra vez por vuestros comentarios ;)