Camina descalzo. Nota el tibio asfalto en las plantas de los pies y siente su cuerpo conectado con su esencia. Hace ya más de una semana que dejó las chanclas en el armario y no las ha vuelto a tocar. La sensación es agradable, piensa. Ojalá no tuviese que volver a llevar zapatos nunca más.
El
camino hasta la playa es corto y él lo ha recorrido un sinfín de veces estos meses.
Sin embargo, consigue verlo con ojos de sorpresa cada día. Como si fuera la
primera vez. De nuevo.
Frondosos
árboles a ambos lados cubren el cielo. Unos pasos más allá se transforman en
palmeras gigantes, rodeadas de cocos que florecen. Se fija en una pequeña ardilla
que recorre el cableado eléctrico en las alturas. El viejo puente de madera siempre
está en el mismo lugar para ayudarle a atravesar la ciénaga. Y al final… al
final la verja de color verde que separa el mundo real del mundo onírico.
Atreverse
a cruzarla es pasar al mundo de los sueños. Desde esa posición una gran isla se
deja entrever en el horizonte. Sólo llega a apreciar la belleza e inmensidad de
ese paisaje en el momento en el que el sendero termina, para transformarse simplemente en arena sin fin. Cangrejos transparentes caminan frenéticamente por
ella, fabricando sus hogares. En ese momento la brisa cálida le golpea,
recordándole que lo que sus ojos ven es real. No es una fotografía. No es una
película. Ha pasado a ser rutina del día a día.
Deja
la camiseta en el suelo de cualquier manera y empieza a correr. Es una adicción
que ya no puede dejar desde el momento en que cruzó aquella meta con lágrimas
en los ojos, en la que habían a su alrededor miles de personas animando. Parece
que fue hace tanto tiempo… ahora se centra en intentar tomar fotografías
mentales del recorrido, pues sabe que en poco tiempo esa maravilla no estará
disponible a tan pocos pasos de distancia en su vida.
A
esta hora de la tarde el calor no es tan intenso, el sol se pone dejando a su
paso colores cálidos y la temperatura ambiental es perfecta. El contraste del
agua, ligeramente más fría, es ideal para relajar los músculos después del
ejercicio. Tras unos minutos de meditación en los que el tiempo se suspende,
observando sin juicio las nubes, el cielo, las montañas, las islas y personas
que le rodean, algo en su mente le apremia para volver. Cree que por hoy ha
sido suficiente.
Ha vuelto a conectarse con la naturaleza y ése era su objetivo.
Ha vuelto a conectarse con la naturaleza y ése era su objetivo.
La
vida sin embargo no piensa de la misma manera. Caminando por la arena encuentra
con sorpresa varios pequeños peces agonizando. Devolverlos al mar y contemplarlos es una
tarea que le mantiene ocupado hasta que, para su sorpresa, la oscuridad se ha
hecho dueña del paisaje. El cielo está despejado, algo insólito en estas
latitudes. La luna llena se deja ver, iluminando el camino de vuelta. Puede
apreciar incluso los grises contrastes de la misma, con una claridad inusual
que no había experimentado antes.
Su
luz no es la única que sus sentidos captan. Unos metros más allá, alguien ha
encendido una gran hoguera. Alcanza a ver fugazmente la silueta de un hombre que
se marcha conduciendo una moto, como si tuviera prisa y no quisiera pararse a contemplar
su creación. Un tocón de árbol centenario le sirve como asiento durante lo que
a él le parece un largo espacio de tiempo, dedicado para apreciar cómo las
llamas rojizas e incansables devoran los restos de madera seca y el humo realiza
piruetas, para acabar formando extraordinarias figuras que se desvanecen en la
noche.
Las brasas finales le indican que ahora sí que es momento de emprender el camino de
vuelta, respirando…
Gracias a lo que escribes no me hace falta salir afuera para conectarme con la naturaleza. Conciencia pura. Respiracion profunda. Tengo cosas que contarte. Te escribiré un mail. Sigo avanzando por el camino...
ResponderEliminarUn abrazo Pablo,
Josh
Me alegro muchísimo que lo hayas sentido de esta manera Josh, es tal y como quería transmitirlo.
EliminarYa sabes que tus mails son siempre bienvenidos, así que cuando quieras la puerta está abierta.
¡Un grandísimo abrazo!
Me ha encantado,transmite mucho,y me lo he imaginado 100%. Enhorabuena por no tener que imaginarlo. Un abrazo.
ResponderEliminarAhora. Mas profundo. Y ahora...un poco mas.
¡Muchas gracias Sicky!
EliminarMe alegro qeue te haya gustado. Si el comentario viene de ti sé perfectamente que lo sientes ;-) se te echa de menos por aquí.
Un abrazo
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminar??? ;-)
EliminarMindfulness a tope!!! Que gustazo... Yo también he conseguido transportarme a esa isla maravillosa y sentir el fuego...
ResponderEliminar¡Gracias Ana! Ya iré escribiendo más entradas de este tipo, uno al final tiene que ser creativo para no repetirse, jeje. La próxima será la última en Malasia.
EliminarUn beso
Feliz Año!!!
ResponderEliminarEso se llama "estar Presente"..Consciencia pura...Vivir viviendo.
Un abrazo Grande.
Cáliz
Feliz año para ti también Cáliz!!
EliminarY muchísimas gracias por tu ayuda este tiempo. Espero que hayas pasado unos días bonitos con la familia en navidad.
Un gran abrazo :)